🌿Confesiones de una jardinera emocional: lo que nadie te dice sobre diseñar tu espacio
- Jimena Femat
- 20 abr
- 4 Min. de lectura

Hola, hola! Hoy quiero decirte como la jardinera emocional que soy, que estoy más allá de feliz. Tanto, que si me aprietas… ¡me sale confeti! 🎉Y es que la entrada anterior del blog, "Un pedacito de montaña", abrió un diálogo inesperadamente hermoso. No sólo con ustedes, sino también con mi familia, que siempre es espejo, brújula y raíz.
🌸 Mamá: la jardinera emocional detrás de nuestras ideas
Lo primero que pasó fue que mi hermana, mi cómplice de diseño desde la infancia, me dijo:"¿Te diste cuenta que no mencionaste a mi mamá en ese texto tan bonito? Si ella fue quien sembró todo esto."
Y sí. Tenía razón.
De niñas, cada vez que íbamos al súper, mi mamá compraba religiosamente una revista francesa de diseño y decoración: Art & Décoration. Para ella era más que una revista: era un oráculo. Después de guardar la despensa, mi hermana y yo nos sentábamos con ella a hojearla como si estuviéramos descifrando un mapa de tesoros visuales.—“Esto quedaría increíble en la sala de mi tía.”—“Este jardín con lavanda me da paz.”—“¿Podemos intentar esto con los cojines del patio?”
Ahora lo veo con claridad: mi mamá no solo nos enseñaba a mirar. Nos enseñaba a imaginar posibilidades y a traducirlas en acciones. Nos entrenó en estética sin usar esa palabra. Y lo más importante: nos enseñó a pensar en cómo sí.
Cuando alguna decía:—“Eso no lo tenemos” o “No creo que podamos hacerlo”, ella siempre respondía con la actitud empoderada e implacable:“¿Y cómo sí?”
Por eso, en cada conferencia que doy, abro diciendo con toda intención y todo orgullo: “Lo más importante que soy, es hija de mi madre.”
💬 Jardines, primas y el “sí, pero no alcanza”
Otra conversación que se abrió con el blog fue en el grupo de WhatsApp con mis primas y mi hermana —ese grupo donde hablamos de todo: recetas, recuerdos, jardinería, peleas con la vida adulta y memes, sobre todo memes .La mayoría vive fuera de Monterrey: unas en Estados Unidos, otras en Canadá. Y aunque tenemos estilos distintos, todas queremos lo mismo: un espacio que nos abrace.
Empezamos a hablar de jardines ideales:
¿Cómo los quisiéramos?
¿Qué estilo nos refleja más?
¿Qué podríamos hacer con lo que tenemos?
Y entonces surgió la frase que encendió todas las alarmas emocionales: “Me encantaría tener un jardín así parece de revista, pero...”
¡NOOOOO!
¿Solo porque se ve difícil, caro o "muy Pinterest"? Y ahí fue donde brotó la hija de mi madre que vive en mí. Porque claro que sí hay limitantes reales —el tiempo, el presupuesto, el tipo de vivienda—, pero si nos quedamos ahí, se nos secan las ganas. Y las ganas también son parte del jardín.
Así que, como buena heredera de esa visión maternal del diseño con alma, pensé:¿Cómo sí?
🌱 Cómo tener tu jardín del alma sin endeudarte ni frustrarte
Aquí te dejo unos tips que mezclan lo que aprendí de mi mamá, de mis proyectos y de tantas charlas con clientas, amigas y mi tribu de mujeres jardineras por dentro y por fuera:
1. Define la experiencia que necesitas vivir en ese espacio ¿Quieres tomar café por las mañanas? ¿Tener un lugar donde tus mascotas corran libres? ¿Invitar amistades a cenar al aire libre? No diseñes desde la estética. Diseña desde la emoción.
2. Busca inspiración y entiende sus elementos Guarda las fotos que te gustan, pero investiga: qué plantas son esas? ¿Qué clima necesitan? ¿Qué materiales se usaron en ese deck? Informarte es empoderarte.
3. Mide tu espacio y haz un pequeño plano No necesitas ser arquitecta (aunque si lo eres, ¡qué joya!). Pero sí puedes tomar medidas y dividir áreas:
¿Dónde irá el asador?
¿Habrá pasillo de circulación?
¿Bloques de pasto? ¿Macetas colgantes?
4. Establece prioridades, presupuesto y fechas realistas Haz una lista de cosas que quieres lograr a corto, mediano y largo plazo. Así, en lugar de frustrarte por lo que aún no tienes, celebras cada mini avance. Y eso se siente como florecer.
5. Fluye con tu jardín. Que crezca contigo. Un jardín es un ser vivo. Cambia, se adapta, se equivoca, sorprende. Y si tú también cambias con él, la experiencia es mágica. Hay algo profundamente sanador en verlo crecer a su ritmo.
✨ El jardín como frecuencia y comunidad
Una vez que entras en esta vida verde y salvaje, algo se activa. Empiezas a encontrarte con personas que te regalan esquejes, con alguien que tiene una suculenta y te dice: “sácale un hijito, no pasa nada.” Se forman pequeñas comunidades de trueque, de tips, de consejos, de apoyo. Y te das cuenta de que tu jardín no solo florece afuera, también florece dentro.
¿Y tú, ya estás list@ para diseñar tu jardín del alma?
No tiene que ser perfecto, ni grande, ni fotogénico. Solo tiene que ser tuyo. Que huela a ti, que se sienta como abrazo, que crezca como tú.
Mándame una foto de tu rincón verde. O cuéntame qué sueñas plantar. Lo que sea… quiero verlo florecer contigo. 🌿